domingo, agosto 20, 2006

Pacto de Damas

Quiero compartirles un gran triunfo: he dejado de fumar. No es la primera vez que lo hago, he sido reincidente. Ahí les va mi historia:

Cuando me enteré, que estaba embarazada dejé de fumar de inmediato, creo recordar, que no me causó ningún esfuerzo o conflicto, había que hacerlo, era mi deber, no podía arriesgar la salud de mi hijo.

Tres o cuatro meses después del parto pensé, ya cumplí con mi deber, puedo volver a ser fumadora, me encanta, es delicioso, etc., etc. Además me ayudará a perder peso y a recuperar mí figura. Durante el embarazo aumenté 22 kilos, mi peso regular siempre había sido entre los 48 y 52 kilos.

Pasó el tiempo, mi única hija se había convertido en una fumadora pasiva, nueva voz de alarma, no podía arriesgar la salud de mi hija.

Como coincidencia llego a mis manos un artículo: cómo dejar de fumar. Ahí decía, que el deseo o la necesidad de fumar dura dos a tres minutos, luego desaparece y a los equis minutos regresa, y así durante todo el día. Lo importante es resistir esos minutos, con el tiempo, los deseos y necesidad se van espaciando, hasta llegar a desaparecer por completo.

Así pues, puse manos a la obra y decidí como primer paso fumar sólo diez cigarrillos al día - fumaba tres cajetillas- y empezaré a disminuir la dosis paulatinamente.

Alcancé la meta de fumar tres cigarrillos al día – después de desayunar, de comer y de cenar-. Un buen día no fumé después de comer, hice un esfuerzo y no fumé después de cenar, hice otro esfuerzo y no fumé después de desayunar, cuando llegó la hora de fumar el cigarrillo de después de comer, había triunfado, tenía veinticuatro horas sin fumar.

Durante muchos meses seguí llevando en mi bolso una cajetilla de Marlboro, eso me ayudó a paliar la angustia y a no morir en el intento.

Por desgracia, ocho años después reincidí, a partir de 1995 volví a fumar con singular alegría, tres cajetilla diarias.

Desde hace varios años, al llegar el mes de octubre -más o menos- hacía el intento de dejar de fumar, no lo lograba, siempre había algún pretexto, hasta que de nuevo la salud de mi hija entro en riesgo y lo logré.

Esta vez fue muy sencillo: hice un Pacto de Damas con ella.

2 Comments:

Blogger Pedro Miguel said...

Me das una gran idea. Procuraré establecer con mi hija nuestro propio pacto de damas: a fin de cuentas, una operación de cambio de sexo es menos peligrosa que el tabaco.

20/8/06 23:09  
Anonymous Anónimo said...

Imagina que un día estás en el hospital entubada con la traquea rebanada y tu hija al pie de tu cama pidiendote que no la dejes sola, imagina que tu dolor es tan intenso que no sabes que es peor si sentir eso que sientes físicamente o ver a tu hija como se queda sin ti....
Nos echamos otro cigarrito?

21/8/06 13:30  

Publicar un comentario

<< Home